El círculo que faltaba

Esta exposición contó con un programa público en el que se presentaron conversaciones, conferencias y performances que permitieron rastrear una parte del camino que condujo a la premisa curatorial de este proyecto. En el programa de actividades se abordaron diferentes propuestas en torno a la exposición, con el objetivo de abrir nuevas perspectivas que dieran contexto a la exhibición final.

El círculo que faltaba, coordinado por la curadora Magalí Arriola, da continuidad al proyecto de investigación y exhibición que se desarrolló a lo largo de los últimos tres años. El título del proyecto retoma las palabras del escritor argentino Julio Cortázar en su texto “Negación del olvido” (1981) pronunciado en el marco del Coloquio de París sobre la política de desaparición forzada de personas. “Y si toda muerte humana entraña una ausencia irrevocable, escribía Cortázar, ¿qué decir de esta ausencia que se sigue dando como presencia abstracta, como la obstinada negación de la ausencia final? Ese círculo faltaba en el infierno dantesco, y los supuestos gobernantes de mi país, entre otros, se han encargado de la siniestra tarea de crearlo y de poblarlo”. Este programa público recogió algunos momentos previos a la organización de la muestra (fragmentos de los seminarios de investigación como las comisiones a distintos artistas latinoamericanos que participaron en ella).

El círculo que faltaba parte de la experiencia compartida de la muerte en el continente latinoamericano y el Caribe que, desde tiempos de la Colonia, se ha manifestado bajo distintas formas: como la encarnación de la economía esclavista del capitalismo temprano; de los desaparecidos, víctimas de las dictaduras militares, guerrillas y guerras civiles que azotaron países como Guatemala, Paraguay, Chile, Perú o Argentina durante gran parte del siglo XX; o más recientemente de las almas perdidas de aquellos muertos vivientes caídos en la guerra contra las drogas que países como México y Colombia lanzaron sobre sus propias poblaciones.

Como una fábula que plantea un acercamiento alegórico al paisaje social de Latinoamérica, el proyecto abordó episodios específicos de la historia política, económica y social del continente, para explorar el papel que los cadáveres contados y las almas desaparecidas juegan en el mundo de los vivos, no sólo como víctimas de una violencia institucionalizada sino, también, como los agentes emancipadores al centro de nuevas formaciones políticas; no sólo como las memorias persistentes del pasado sino, también, como las expectativas vigilantes del futuro.

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