Con una capacidad notable de síntesis visual, Sántiz Gómez transforma lo simple en algo profundamente significativo. Eleva la belleza de lo cotidiano: los enseres domésticos, los animales o los bienes naturales adquieren un protagonismo inusitado. En lugar de representar literalmente —y a menudo de forma colorida— el contexto de los pueblos originarios, la artista apuesta por una poética de la intimidad. Una bola de estambre, una aguja con hilo, el brillo metálico de un comal, todos son elementos que, en su lente, condensan una cosmovisión y revelan la fuerza estética y simbólica de lo aparentemente común.